Dentro de pocas horas partiré hacia Tierra Santa. Ombligo del mundo, de historias míticas sobre las que tantxs ciernen sus miedos, de ambiciones ancestrales, de hipocresías exponenciales, de mentiras piadosas, de cielos, infiernos y credos unidos en un soplo de viento adulterado por el tiempo y la avidez. Donde se alzan vergonzosos muros, físicos y no físicos, sobre los impávidos ojos occidentales, en los que proyectamos o damos la espalada a nuestra humanidad y a tantxs personas que resisten por una mínima parte de lo que les arrebataron.
Donde más rápido se puede pasar del todo a la nada, donde todo es siempre más, dónde quizá mejor se puede descubir si somos humanxs o sólo lo parecemos.
Pero bueno, todavía no he llegado. La próxima entrada la escribiré (si pasamos el duro control del aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv) desde Israel, con mis primeras impresiones desde aquella Tierra, agitada ya mi emoción por los auténticos vientos de Oriente...
Donde más rápido se puede pasar del todo a la nada, donde todo es siempre más, dónde quizá mejor se puede descubir si somos humanxs o sólo lo parecemos.
Pero bueno, todavía no he llegado. La próxima entrada la escribiré (si pasamos el duro control del aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv) desde Israel, con mis primeras impresiones desde aquella Tierra, agitada ya mi emoción por los auténticos vientos de Oriente...